Si has llegado a este blog de corrección de estilo, y a este post en concreto, quizá sea porque quieres que un profesional del lenguaje revise y mejore un texto que has escrito, y tienes dudas sobre cómo funciona el asunto.
¿La corrección se tarifa por páginas, por palabras, por caracteres? ¿Se cobra lo mismo por corregir una novela que un ensayo? ¿Qué circunstancias debemos tener en cuenta a la hora de solicitar un presupuesto para la corrección de un texto?
Voy a tratar de explicártelo en las siguientes líneas.
¿Cómo tarifa el corrector de estilo?
Algunos puntos a tener en cuenta:
1. Es bastante habitual encontrar sensibles diferencias de precio entre un presupuesto y otro. Cada profesional de la corrección de estilo tiene su forma de trabajar y, por ende, de tarifar.
2. No es lo mismo realizar una corrección ortotipográfica (básica) que una corrección de estilo, que es más intensiva. (En mis presupuestos ya están incluidas ambas modalidades de corrección. ¿Para qué corregir solo algunos errores, si puedo corregirlos todos…?).
3. El corrector de estilo no vende un producto, sino un servicio. No vende, como hace una tienda física u online, leche, vino, esterillas para hacer ejercicios, calcetines, etc. No, lo que el corrector vende es un servicio en el que aplica sus conocimientos sobre el buen uso del lenguaje, y la forma habitual de tarifar es calcular el tiempo que le va a llevar revisar un manuscrito para así poder solicitar la cantidad económica que considera justa. Es decir: un corrector de estilo vende conocimientos y tarifa según el tiempo que le llevará aplicar dichos conocimientos en el manuscrito de turno.
Ajustar un precio estándar a una corrección (sea ortotipográfica o de estilo) es mucho más difícil que consensuar un precio medio para, pongamos, una caja de leche de una marca conocida, pues esta caja es siempre la misma, la compres donde la compres, lo cual facilita marcar un precio tipo (con los márgenes que considere oportuno cada establecimiento, claro). Pero en la corrección de estilo el producto base es el manuscrito del cliente, y, como no hay dos manuscritos idénticos, difícilmente podrá tarifarse con una tarifa estándar.
Dicho esto, me consta que puedes encontrar en Internet tarifas según el número de palabras o de caracteres, sin tener en cuenta otras variables. Es una forma legítima de hacerlo, por supuesto, y puede servir de orientación, aunque a mí no me parece un modelo de tarifar adecuado. ¿Acaso es pertinente solicitarle a un autor la misma cantidad por corregir una página llena de errores gramaticales que a otro que solo comete dos o tres errores de media en cada página?
Fíjate en estas dos frases:
“El presidente del Gobierno de España ha dicho que el principal partido de la oposición no vela por los intereses de la ciudadanía, algo que pagara muy caro en las próximas elecciones”.
“El presidente del Gobierno de España a dicho que el principal partido de la oposicion no vela por los intereses de la ciudadania, algo que pagara muy caro en las próximas eleciones”.
En la primera solo hay un error (“pagara”, sin tilde, en vez de “pagará”), mientras que en la segunda hay cuatro, que he señalado en negrita.
Como ves, las deficiencias en la primera frase son proporcionalmente muchas menos que en la segunda. Se intuye que la corrección del texto en el que está la primera oración le demandará menos tiempo y esfuerzo al corrector, pues el autor escribe mejor.
Por tanto, no tiene mucho sentido, creo yo, tarifar considerando solo el número de palabras (o de caracteres, si se prefiere). Si un autor escribe con cierta pulcritud, el corrector va a tardar menos que si trabaja en un manuscrito donde abundan las faltas de ortografía, una puntuación deficiente, una articulación errónea de los diálogos, redundancias, etc.
Como dije, lo que vende el corrector es, en esencia, tiempo, su tiempo, y a mayor número de intervenciones en el texto, mayor exigencia (traducida en tiempo).
Puede incluso, en un caso extremo, que a un corrector no le compense económicamente corregir un manuscrito en el que todas las frases son campos de minas, plagadas de errores lingüísticos. (Y tampoco le compensaría seguramente a su autor pagar el precio de la corrección, todo sea dicho).
Resumiendo. Por lo general, lo que hace el corrector profesional, antes de dar un presupuesto, es preguntarle al posible cliente cuántas palabras tiene el manuscrito y, de paso, pedirle un breve fragmento. Así, tras conocer el número de palabras (o de caracteres) y leer el fragmento que le permitirá comprobar el nivel de escritura del autor, podrá calcular cuánto tiempo le llevará corregir el texto. Tantas horas tardará en corregir el texto, tanto le solicitará al autor.
Otras circunstancias que entran en juego: ¿Duda mucho el corrector a la hora de hacer su trabajo o, por el contrario, tiene mucha experiencia y sortea con solvencia y rapidez las dificultades? ¿Se entiende el texto o hay que releer las frases una y otra vez? ¿El texto tiene citas que hay que revisar? ¿El corrector corrige mucho –reformulando incluso algunas frases– o se limita a subsanar solo los errores más visibles, los más obvios?
Otros factores que pueden subir el precio de la corrección: el formato es arduo y no se presta a la revisión (PDF, por ejemplo), es un ensayo lleno de citas, hay que verificar la información incluida en el texto (¿el inventor de la penicilina fue Alexander Fleming o Ian Fleming?), la corrección ha de ser urgente o realizada durante un fin de semana, etc. Esta lista podría ser interminable: hay correctores que son muy, muy quisquillosos…
En fin, si para la pregunta “¿Cuánto cuesta una corrección de estilo?” esperabais una respuesta simple, algo así como “corregir x palabras cuesta x euros”, entonces os habré defraudado.
¿Recordáis a Sandro Giacobbe cuando cantaba aquello de “Lo siento mucho, la vida es así, no la he inventado yo”. Pues parafraseando al cantante italiano, “Lo siento mucho, la corrección de estilo es así de compleja, no la he inventado yo”. :–)
Para salir de dudas, ya solo os falta encontrar un corrector (o varios) con un perfil profesional que sea/n de vuestro agrado, y pedirle/s un presupuesto. Ya sabéis: caminante, el camino se hace al andar.
Francisco Rodríguez Criado, escritor, corrector de estilo, profesor de talleres literarios y creador del blog Narrativa Breve. Ha publicado novelas, libros de relatos, obras de teatro y ensayos novelados. Sus minificciones han sido incluidas en algunas de las mejores antologías de relatos y microrrelatos españolas: El cuarto género narrativo. Antología del microrrelato español (1906-2011). Ed. Irene Andrés-Suárez (Cátedra, Madrid, 2012),Velas al viento. Ed. Fernando Valls (Los cuadernos del vigía, Granada, 2010), La quinta dimensión (Universidad de Extremadura, Mérida, 2009), Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español. Ed. Fernando Valls (Páginas de Espuma, Madrid, 2008), Histerias breves (El problema de Yorick, Albacete, 2006), Relatos relámpago (ERE, Mérida, 2006), etcétera. Es autor de El Diario Down, donde narra en primera persona sus experiencias como padre de un bebé con el Síndrome de Down. Los zapatos de Knut Hamsun (De la Luna Libros, 2018) y Hombres, hombrinos, macacos y macaquinos (2020) son sus últimos libros de relatos.
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