En sus memorias profesionales, Antes de que se me olvide, José Martínez de Sousa –quizá la mayor eminencia filológica que ha dado España en décadas– cuenta que, llevado por su respeto a los libros, rara vez escribe en sus páginas ni subraya conceptos, palabras o párrafos, y que a lo sumo se atreve a dibujar una oreja de perro en la parte superior cuando tiene que cerrar el libro y necesita señalar un punto de lectura.