Hace unos días en Facebook, en respuesta al apunte que yo había publicado sobre el plural mayestático, un amigo me preguntó, en relación con el uso de los pronombres “yo” y “nosotros”, si sería correcto usar el pronombre indefinido “uno”, tal como hacían Baroja y Azorín.
La respuesta corta es “Sí, es correcto”.
Se puede usar el pronombre indefinido “uno” en alusión al que habla. Y también, claro, en alusión a la gente. Podríamos decir “Uno es buena persona hasta que deja de serlo” (traducción libre: “Soy buena persona, pero cuando abusan de mí dejo de serlo”), de igual forma que podríamos decir “Uno nunca quiere tener problemas”, traducido como “La gente no quiere tener problemas”.
En el primer caso, cuando ese “uno” se refiere al que habla, la RAE nos indica que lo habitual es establecer la concordancia de género en función de la persona que habla, y pone como ejemplo la frase “Una ya no está para esos trotes” (RGodoy Mujer [Esp. 1990]).
Prosigue la RAE afirmando que en caso de que cuando quien habla, incluso siendo esta una mujer, no se refiere a ella sino que lo hace en términos generales, es habitual olvidar el género y decir/escribir “uno”. El ejemplo que pone es: “En este mundo en que vivimos, uno ya no sabe a qué atenerse”.
Así pues, son correctas frases que emplean el indefinido “uno” + verbo, tanto si es en alusión al que habla o escribo, como si se refiere a los demás en términos generales:
“Uno está cansado de oír tantas sandeces”.
“Uno entiende lo que quiere entender”.
“Uno tiene sus manías, y hay que aceptarlas”.
Francisco Rodríguez Criado, escritor, corrector de estilo, profesor de talleres literarios y creador del blog Narrativa Breve. Ha publicado novelas, libros de relatos, obras de teatro y ensayos novelados. Sus minificciones han sido incluidas en algunas de las mejores antologías de relatos y microrrelatos españolas: El cuarto género narrativo. Antología del microrrelato español (1906-2011). Ed. Irene Andrés-Suárez (Cátedra, Madrid, 2012),Velas al viento. Ed. Fernando Valls (Los cuadernos del vigía, Granada, 2010), La quinta dimensión (Universidad de Extremadura, Mérida, 2009), Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español. Ed. Fernando Valls (Páginas de Espuma, Madrid, 2008), Histerias breves (El problema de Yorick, Albacete, 2006), Relatos relámpago (ERE, Mérida, 2006), etcétera. Es autor de El Diario Down, donde narra en primera persona sus experiencias como padre de un bebé con el Síndrome de Down. Los zapatos de Knut Hamsun (De la Luna Libros, 2018) y Hombres, hombrinos, macacos y macaquinos (2020) son sus últimos libros de relatos.