Debido al gusto por los términos procedentes de otras lenguas, principalmente el inglés, van calando en nuestro día a día palabras que vienen a sustituir a otras comunes que forman parte de nuestro diccionario desde tiempos inmemoriales, valga la exageración. Es esta una práctica en la mayoría de las ocasiones innecesaria, pero de la que resulta muy difícil librarse.
Ocurre, por ejemplo, con el extranjerismo adaptado “nurse”, pronunciado [núrse], que a veces se usa en vez del tradicional “niñera” o, en ámbitos más refinados, “institutriz”, que es una niñera que cuida a los niños en el hogar de estos. ¿Quién no recuerda a la actriz Julie Andrews, la institutriz más famosa del cine, por películas como Sonrisas y lágrimas y Mary Poppins?
Así pues, si tenemos sustantivos tan bien definidos como “niñera” e “institutriz”, ¿para qué emplear el anglicismo nurse, que además de “niñera” puede significar “enfermera”?
El Diccionario Panhispánico de Dudas señala que también encontramos con cierta frecuencia la voz “nursery” para indicar el lugar de un hospital o de las guarderías donde se encuentran los recién nacidos o niños de muy corta edad. El DPH sugiere evitar el uso de nursery y optar a cambio voces españolas como “sala de cunas”, “sala cuna” o “nido”, y “guardería” para los habituales centros que se dedican al cuidado de niños pequeños.
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