En el apartado que Álex Grijelmo dedica al pretérito imperfecto en La gramática descomplicada (al que ya citamos en este post) nos encontramos con algunas modalidades que, aunque desconozcamos su nombre, nos resultan familiares porque las hemos usado u oído alguna vez. Transcribo los fragmentos dedicados al imperfecto de condicional, el imperfecto de cortesía, el imperfecto infantil y el imperfecto de error. Dejaos llevar por cierta curiosidad que transciende lo gramatical en este simpático extracto.
Imperfecto de condicional
En el lenguaje descuidado, el pretérito imperfecto ocupa a veces el lugar del verbo que corresponde a la segunda parte de una oración condicional:
Me gusta la catedral de Burgos. Si tuviera dinero, me la compraba.
Aquí el imperfecto reemplaza al condicional me la compraría. Si alguien quiere hacerse rico escribiendo, para comprar así la catedral de Burgos, más vale que corrija ese defecto.
Imperfecto de cortesía
El imperfecto se usa también en fórmulas de cortesía, a fin de evitar un presente que puede sonar, precisamente, descortés:
Quería dos helados de achicoria.
Esta forma suena más suave porque condicionamos nuestra voluntad a la de quien nos escucha. Estamos diciendo Quería dos helados pero también Si a usted no le molesta, porque en ese caso puedo no quererlos; es decir, los quería pero ya no los quiero. Parece mentira que después vayamos a pagar por ellos.
El imperfecto infantil
En los juegos en que los niños adoptan distintos papeles, suelen repartírselos en pretérito imperfecto:
Tú eras el malo, que para eso has suspendido. Y yo era el bueno, que para eso son mías las pistolas.
Los niños -grandes creadores de formas gramaticales lógicas- interpretan así que desempeñan un personaje irreal: si no forma parte de la realidad, no forma parte del presente. Y no podrían emplear un tiempo perfectivo, porque eso alejaría la acción de sus imaginaciones. Y acuden así al imperfecto, del que no salen nunca. Una maniobra sensacional.
El imperfecto de error
También se utiliza este tiempo verbal cuando la realidad hace que nos topemos con una previsión equivocada:
El cónyuge sorprendido le dijo a su pareja: «¿No venías mañana de Londres?».
En este caso, el cónyuge percibe que el futuro ya es como era, y por eso se refiere a lo que era con un imperfecto».
Álex Grijelmo, La gramática descomplicada, Taurus, 2006
Los otros pretéritos imperfectos (en podcast)
¡Nos vemos en el siguiente post sobre corrección de estilo! ¡No te pierdas los posts anteriores!
Francisco Rodríguez Criado es escritor, corrector de estilo y editor de varios blogs enfocados a la literatura y el lenguaje (Corrección y Estilo, Grandes Libros, Narrativa Breve, Escribir y Corregir, Corrector Literario…).
Los toques de perfección en el lenguaje, ya sea hablado o escrito, es una forma de cuidar y hasta de mimar, un bien común, de el que todos deberíamos ser responsables. Me apunto a aprender todo lo que sea mejorar.
Muchas gracias por este post. Lo difruté mucho.
Yo agregaría otro clásico: «¿Cómo te llamabas?». Pero Grijelmo tendría que nombrarlo y comentarlo.
El perfecto infantil está sensacional, y mejor aun la explicación sobre el desempeño de roles imaginarios, pero el que le gana a todos es el imperfecto de error, sobre todo por el ejemplo ofrecido: «¿Que no venías hasta mañana…?», o algo por el estilo, lo cual debiere cambiarse a: «¿Que no ibas a venir hasta mañana…?» Y aquí hilo más fino y pregunto: ¿Es correcto haber escrito ‘debiere’, en futuro de subjuntivo, o debiera ser ‘debiera’, en pasado de subjuntivo, o mejor aún ‘debería’, en pospretérito?