“He escrito una obra literaria. ¿Y ahora qué hago?”. Esta pregunta se la hacen muchas personas después de concluir la redacción de un manuscrito, sea una novela, una recopilación de cuentos o de microrrelatos, un ensayo, un diario o unas memorias… (La incertidumbre tras el esfuerzo de creación no distingue entre géneros).
Me han preguntado sobre este tema incluso personas cuyos manuscritos ni siquiera he leído. Aclaro en este instante, para no defraudar al lector, que no tengo la respuesta del millón de dólares. Al margen de su calidad literaria, algunos manuscritos parecen tener vida propia y otros, sin embargo, nacen condenados al ostracismo. Con estos mimbres tan arbitrarios, redactar un manual para que todo el mundo encuentre acomodo a su obra me parece una tarea presuntuosa y embaucadora, propia de gurús de medio pelo. Pocos son los elegidos y muchos los que aspiran a serlo.
No obstante, voy a detallar algunas de las acciones que pueden emprender los nuevos autores para dar a conocer su obra.
1 Presentar el manuscrito a un concurso literario. En España se organizan cada año muchísimos concursos literarios. Algunos están amañados, y otros, no. Quién sabe, puede que uno de estos premios te esté esperando.
2 Probar con una editorial comercial. La tarea no es nada fácil: las editoriales comerciales punteras, dotadas de una infraestructura sólida tras años de duro trabajo, con buena recepción en la prensa, en las librerías y entre los lectores, no suelen aceptar manuscritos no solicitados. Estas editoriales trabajan con agentes literarios y, además, cuentan con su propio catálogo de autores de la casa, a quienes priman en detrimento de los desconocidos. El círculo, pues, se va cerrando cada vez más. Ahí va esta humilde lección: el acceso a una editorial de prestigio está sembrado de minas. (Es mejor intentarlo con una pequeña editorial independiente, por lo general más receptiva a promocionar nuevos autores).
3 Trabajar con un agente literario. Suena bien, ¿verdad? ¿A quién no le gustaría contar con los servicios de un agente que logre introducir tus manuscritos en las editoriales y en los concursos literarios? Un agente que te asegure contratos de traducciones para tus libros, que se camele a una productora cinematográfica para que ruede una película basada en tu novela o que incluso, como sucede en la serie Californication, te saque de la cárcel cuando te metes en algún lío por tus excesos con el alcohol y las mujeres.
Todo esto suena bonito, pero la triste realidad es que el agente literario no hace milagros y solo gana dinero si tus libros o tu persona generan beneficios. Es decir, salvo excepciones, centran su interés en autores consagrados, no en autores inéditos. (Hace ocho o nueve años, cuando ya había publicado tres libros, escribí a varios agentes literarios. No me respondió ninguno).
4 Costear una autoedición. ¿Qué significa autoeditar? Lo acabo de decir: costear. Autoeditar conlleva que gran parte del costo económico de la publicación (por no decir todo) corra de tu cuenta. Eso va a favorecer que tu libro vea la luz (Poderoso caballero es don Dinero), pero no vas a contar con los canales de distribución y divulgación de una editorial a la antigua que se juega su dinero y, por tanto, pone toda la carne en el asador cuando saca al mercado un título. Aquí nos topamos con un problema (a estas alturas te habrás dado cuenta de que el mundo editorial es un problema en sí mismo): muchas de las editoriales que viven de las ediciones pagadas por los autores en verdad son imprentas camufladas, y a sus propietarios les interesa menos la literatura que el dinero que pueden ganar con ella. Estos empresarios no seleccionan a los autores: publican a todos los que puedan pagárselo. Saca tus propias conclusiones.
La parte positiva de este negocio (no todo puede ser malo) es que algunos libros publicados por estas editoriales son meritorios, y ese libro posiblemente no se habría publicado, o habría tardado mucho en publicarse, en una gran editorial (por los motivos que detallo en el punto 2, agravados por las circunstancias que se detallan en el punto 3).
Conclusión: la autoedición no es ni mucho menos el mejor de los caminos para llegar al lector, pero al menos es un camino. Si tu libro es bueno, costear su edición no es ningún descrédito.
5 Hacer una autoedición personal. Esta opción se distingue del punto 4 en que tú te lo guisas, tú te lo comes. Aquí no vas a contar con la ayuda de nadie. Tú escribes el libro, tú corriges el libro (o un corrector profesional, en el mejor de los casos), tú maquetas el libro, tú publicas el libro, tú distribuyes el libro, tú divulgas el libro. El libro, tu libro, ay, ay, ay, será la peor de tus pesadillas. Decía Walt Whitman: “Tocas un libro, tocas un hombre”. Y en este caso, nunca mejor dicho, porque excepto talar árboles para extraer el papel, todo el trabajo y el coste económico corren de tu cuenta. Sí, igual fracasas. ¡Pero qué me dices del orgullo de fracasar sin la ayuda de nadie!
6 Publicar tu manuscrito como ebook
Es otra vía para dar a conocer tu libro. El ebook tiene la ventaja de que cualquier lector del planeta puede hacerse con él a golpe de un clic. ¿Y la desventaja? Los libros digitales se venden poco. Como ya conté en su momento, “El libro digital no es la panacea”.
Aquí también hay dos formas de hacerlo: en una editorial digital o por tu propia cuenta.
Amazon te brinda la posibilidad de que publiques tu libro digital con una herramienta que se llama Calibre, que no es muy avanzada, pero te saca del apuro. Si quieres una versión digital más profesional, siempre cabe la posibilidad de contactar con un experto que maquete tu texto con mayor precisión.
7 Publicar el manuscrito online, por capítulos
Este sistema, en mi opinión, no va a favorecer que tu manuscrito llegue a los lectores. Los blogs, las webs, las redes sociales, etcétera, se prestan a textos breves, no a manuscritos extensos parcelados en capítulos. A no ser que hayas encontrado un nuevo lote de evangelios gnósticos en alguna cueva de Nag Hammadi, no pierdas el tiempo con este método.
8 Dejar el manuscrito en el cajón del olvido
Dejar el manuscrito en un cajón o en el disco duro del ordenador es una vía tan legítima como cualquier otra, y a veces más. Algunas personas escriben sus libros por placer, por necesidad, por satisfacer una deuda consigo mismos, por matar el rato… No entra en sus objetivos darlo a conocer. (Mucho me temo que si has llegado hasta este punto del artículo, no perteneces a este tipo de escritores).
Se da la paradoja de que a veces uno abandona el mundanal ruido de la publicación y se centra en otros temas, y es entonces cuando más solicitudes recibe por parte de las editoriales.
No se desprende de esta afirmación que el retiro espiritual, por así llamarlo, sea la vía más rentable para encontrar editor. Lo que pretendo decir es que el mundo de la edición es tan extraño y desconcertante como la propia vida.
Conclusiones: publicar en el siglo XXI es fácil, pero hacerlo en una editorial solvente que te asegure visibilidad en el mercado sigue siendo tan difícil siempre. Y ahora tú decides…
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Francisco Rodríguez Criado es escritor, corrector de estilo y editor de varios blogs enfocados a la literatura y el lenguaje (Corrección y Estilo, Grandes Libros, Narrativa Breve, Escribir y Corregir, Corrector Literario…).
Después de todo creo que el punto 8 lo tendré en cuenta. Aunque no deja de ser curioso que antes de empezar, uno se retire. Me recuerda la película de «Cadena perpetua» y las escenas en las que revisaban la condena de Morgan Freeman. Solo cuando siente no estar preparado para salir de la cárcel, es precisamente cuando le conceden la libertad.
Muy buen arti y mejores consejos. Gracias y un saludo,
Amigo, gracias por los consejos. Me has dejado el ánimo por el piso en lo referente a publicar, pero de cualquier manera, como casi todo en la vida, esto me tiene que servir para seguir intentándolo. Por otra parte, quisiera tu opinión acerca de si no son opciones también válidas a la hora de publicar (compartir) un texto las revistas literarias, los suplementos, los semanarios, los periódicos en su parte cultural y cualquier otro soporte escrito en papel que se comparta con otras personas.
Un saludo afectuoso.
Muy buen artículo orientador, gracias. Me ayudó a vislumbrar qué haré cuando termine lo que estoy escribiendo.