
Siempre me han puesto muy nervioso esos rótulos comerciales que, siguiendo no sé qué extrañas e incomprensibles tendencias ¿artísticas?, inducen a la ilegibilidad, tanto que el cliente (o dejémoslo en lector) se siente incapaz de descifrar el nombre del pub, el restaurante, la panadería o la tienda de bombillas de turno.
“¿No sería mejor –me pregunto cada vez que me topo con estos letreros redactados por el mismísimo demonio– renunciar a ese esteticismo burdo que consigue justo lo contrario de lo que pretende, esto es, promocionar la marca del local?
Esta introducción viene al caso porque estoy leyendo un ensayo, publicado por la editorial Stvdivm en 1973, que debería llamarse Panorámica actual del ateísmo. Escribo “debería llamarse” porque en la portada leemos (sic) panoramica actual del ateismo. Para no desentonar con el paisaje, el autor, el cardenal y teólogo Georges Marie Martin Cottier, viene citado como g.m~m.cottier, en minúsculas, a la manera del poeta e.e.cummins.
Intuyo que la ausencia de la tilde en panoramica y ateismo se debe a una elección tipográfica: hay bastantes fuentes que no permiten el uso de la tilde. En cualquier caso, mi piel se eriza cada vez que encuentro una portada con faltas de ortografía. ¿Acaso le puede pasar algo peor a un libro?
[sc:francisco]