LAS ENTREVISTAS DE CORRECCIÓN Y ESTILO
José Antonio Fernández
Sin miedo al retrato (JdeJ Editores, 2015)
Por Francisco Rodríguez Criado
José Antonio Fernández es fotógrafo, codirector –junto a Rosa Isabel Vázquez– de la Escuela de Especialización Fotográfica La Máquina, autor de libros de técnica fotográfica… Su vida, en fin, está indisolublemente ligada al mundo de la fotografía. Certifican su buen hacer artístico numerosos premios en certámenes internaciones y nacionales (entre ellos diez Premios Lux). Después de su éxito con Sin miedo al flash (JdeJ Editores), que ya ha vendido seis ediciones, charlamos con él sobre su nueva entrega divulgativa, Sin miedo al retrato, publicado en la misma editorial.
Francisco Rodríguez Criado: Mientras leía el apabullante Sin miedo al retrato (272 páginas de erudición fotográfica), me preguntaba cuánto tiempo has tardado en escribir el libro y, sobre todo, cuánto tiempo te ha llevado adquirir los conocimientos de los que haces gala en estas páginas.
José Antonio Fernández: Al igual que ocurrió con Sin Miedo al Flash, nos dimos un plazo de un año para elaborar el proyecto (hablo en plural porque, como siempre, se trata de un trabajo en equipo). Sin embargo, como suele ocurrirme, los últimos cuatro meses fueron mucho más intensos. Antes de empezar a escribir, siempre dedico mucho tiempo a pensar y elaborar los contenidos y la estructura. En un proyecto didáctico siempre hay que diseñar muy bien esta parte para que todo funcione. Por otro lado, las sesiones fotográficas, en su mayoría realizadas expresamente para el libro, también implicaron mucha dedicación y, lo que llevó aún más tiempo, dependencia con otras personas que colaboraron y, por tanto, se realizaron con agenda de por medio.
En cuanto a la adquisición de conocimientos, me baso en todas mis experiencias al fotografiar a personas y en las inquietudes y problemas a los que se enfrentan los alumnos que veo casi a diario. No me considero un erudito en la materia sino, más bien, una persona que presta atención a todo aquello que le rodea y estudia soluciones didácticas a problemas comunes.
F.R.C.: El mercado está saturado de manuales de fotografía, y la modalidad del retrato es uno de los más solicitados. ¿Qué tiene tu libro que no tengan otros manuales disponibles en el mercado?
J.A.F.: Hay muy buenos libros relacionados con el retrato pero la mayoría son colecciones de estupendas fotos con un valor más estético que didáctico. Sin Miedo al Retrato está basado en las inquietudes, demandas y necesidades de los alumnos. Se trata de una obra que engloba la parte más técnica del retrato de forma muy concreta, esto es, la iluminación y la dirección de pose gestual y corporal principalmente. La parte más personal o artística del retrato es algo que, aunque se comenta en los ejemplos del libro, se deja como algo subjetivo que cada uno debe hacer a su manera. Creo que es un libro útil pero esto, quizá, no es algo que debiera decir yo, que soy el principal autor.
F.R.C.: Pongamos que una persona acaba de comprarse una cámara réflex y aún no ha adquirido Sin miedo al retrato. ¿Podrías darle un par de consejos básicos antes de comenzar a hacer retratos?
J.A.F.: Siempre es mejor empezar por aprender a manejar el equipo en profundidad para poder ser más libre a la hora de enfrentarse a una fotografía (no sólo ante un retrato). Sin embargo, sugiero fuertemente a todos aquellos que empiezan que, desde el principio, pulsen el botón disparador y realicen todas las pruebas posibles (en digital hacer fotos es gratis).
Si tuviera que dar un consejo directamente relacionado con el retrato a alguien que aún no se defiende del todo con la técnica, le diría que se deje llevar por la intuición. Todos somos expertos en lenguaje gestual, es algo que aprendemos desde que nacemos, y, por tanto, todos podemos leer los rostros con relativa facilidad y crear nuestras propias versiones de las personas.
F.R.C.: Sin miedo al retrato incluye numerosos retratos, algunos de ellos de modelos y actores, pero también de personas sin relación directa con esta disciplina artística. Entiendo, pues, que cualquier persona podría salir retratada con éxito en manos de un buen fotógrafo…
J.A.F.: Una persona interesante, fotogénica o peculiar delante de la cámara contribuye a que todo salga bien y a obtener un retrato decente. Al final, la parte interesante para los lectores fotógrafos es la aportación que ellos pueden hacer. Un retrato debe tener parte del fotógrafo, su visión cazadora de instantes cuando es una foto “robada”, su capacidad de dirección gestual cuando es una sesión estudiada, y, por su puesto, sus dotes psicológicas y visión estética. Con un poco de trabajo se puede conseguir un retrato interesante de cualquier persona (y no siempre ésta debe salir favorecida).
F.R.C.: Al hilo de la pregunta anterior, ¿qué ventajas tiene retratar a un modelo profesional, acostumbrado a las cámaras y los flashes, y qué inconvenientes?
J.A.F.: Si nuestra meta es conseguir una fotografía estética donde la persona salga aparente y favorecida, trabajar con modelos, que están acostumbrados a posar, es una ventaja. Sin embargo, no siempre es lo que queremos. Es más, conseguir una imagen diferente de un modelo que ha posado para muchos fotógrafos requiere, en ocasiones, eliminar las poses habituales que esa persona te va a mostrar, y esto suele ser una labor costosa, sobre todo con modelos que están acostumbrados a que no les dirijan con detalle. Personalmente, me gusta mucho trabajar con actores, que suelen ser más flexibles y se amoldan muy bien a cualquier situación.
F.R.C.: ¿Podemos acceder al “alma” de una persona a través de sus retratos?
J.A.F.: Mi opinión es que jamás ocurre esto. Podemos acceder a la visión del alma que nosotros, como fotógrafos, tenemos de las personas. La personalidad verdadera del individuo nunca está presente al cien por cien. Recuerdo retratos memorables de fotógrafos en los que se muestra una visión muy cercana a lo que podríamos llamar “el alma”, sin embargo, estoy convencido de que siempre hay algo que se esconde o se reserva. Si pensamos en nosotros mismos, seguro que somos conscientes de esa zona oscura (aunque sea pequeña e inocente) que reservamos para nuestros momentos de soledad o reflexión. Quizá esta parte oculta haga que esta disciplina sea siempre fascinante. Nunca llegas a conocer a alguien del todo.
F.R.C.: Solemos ver a algunos fotógrafos profesionales acompañados de una gran parafernalia (flashes, paraguas, trípodes, focos, temporizadores y por supuesto la cámara, a la que dedicas un capítulo del libro…). ¿Puede hacer fotografías de gran calidad alguien que no tenga medios económicos para costearse estos utensilios?
J.A.F.: Por supuesto. No son necesarios grandes medios para llegar a un retrato memorable. Hoy en día, con poco dinero (menos de 200 €) podemos hacernos con un equipo de iluminación básico que nos de cierta flexibilidad. Es más importante el ingenio y la emoción. Una fotografía debe realizarse con los medios de los que uno disponga. Como siempre, lo interesante es saber controlar lo que uno tiene.

F.R.C.: ¿Puede un fotógrafo ser un gran retratista y no pasar de la mediocridad como fotógrafo de paisajes o bodegones, y viceversa? Dejando un lado el talento, ¿la técnica varía mucho de una modalidad a otra?
J.A.F.: Creo que la especialidad fotográfica la va a definir la identidad del fotógrafo. Cada uno debe buscar su camino y descubrir qué fotografía es la que le impulsa a seguir disparando. Es posible que cada tipo de fotografía requiera de una técnica específica pero se trata de un paso que no es más o menos difícil de un lado o del otro sino, más bien, diferente. La técnica es una simple herramienta que debe estar al servicio del fotógrafo para facilitar soluciones a problemas concretos y cada uno la explota como puede o quiere, así de sencillo.
F.R.C.: “Entender la luz” es uno de los capítulos más importantes del libro. ¿A qué te refieres exactamente con esta expresión?
J.A.F.: Inevitablemente, nuestra cámara necesita de luz, la materia prima, para realizar fotografías. Si no conocemos en profundidad cómo funciona, estaremos dando palos de ciego a la hora de hacer fotos. Entender la luz es simplemente saber cómo es para poder anticiparnos a ella o modificarla. No es complejo ni complicado pero es algo que se da por sabido falsamente muchas veces. Creo que todo fotógrafo debería tener un mínimo de nociones básicas sobre este tema, por eso le doy tanta importancia en todos los proyectos didácticos.
F.R.C.: Ahora que la cámara viene incluida en la inmensa mayoría de los teléfonos móviles y que capturar imágenes con ella es en principio intuitivo, ¿crees que peligra la venta de las cámaras réflex y todo lo relacionado con su especialización?
J.A.F.: Creo que los teléfonos móviles están contribuyendo a que haya una mayor afición a la fotografía, eso nunca es malo (salvo para los miedosos del sector). La cámara réflex se convirtió en una herramienta equilibrada entre calidad y precio al final de la era analógica. La herencia se transmitió al digital pero, inevitablemente, la tecnología avanza vertiginosamente y todo muta. Es posible que la “réflex” como la conocemos hoy pierda su hegemonía de cámara versátil, económica y de calidad porque arrastra tecnología analógica. El espejo, el obturador mecánico o el excesivo tamaño han propiciado la entrada de cámaras más pequeñas y ligeras, sin espejo, capaces de trabajar con obturadores electrónicos con calidad similar. Los teléfonos móviles no tienen la culpa.
F.R.C.: Diriges, junto a la fotógrafa Rosa Isabel Vázquez, la escuela de fotografía La Máquina, por donde pasan numerosas personas cada año para aprender o actualizar sus conocimientos técnicos. ¿Hasta qué punto es necesario que el fotógrafo recicle sus conocimientos?
J.A.F.: El fotógrafo debe estar en estado de perpetua formación, de lo contrario no podrá evolucionar y quedará estancado. Sin embargo, no sólo se trata de conocimientos técnicos. Rosa Isabel Vázquez, en la escuela, se encarga de todo lo relacionado con la parte más artística (como los cursos del área de proyectos fotográficos). También se imparten clases de autor en las que se aportan visiones, no sólo comerciales sino también relacionadas con el mundo del arte, de ciertos fotógrafos. A la escuela acuden alumnos de todos los niveles y con todo tipo de inquietudes. Más que reciclar, de lo que se trata es de ampliar conocimientos o especializar las aptitudes de los alumnos.
F.R.C.: Todo manual técnico se articula mediante un lenguaje específico. Sin miedo al retrato no es una excepción. ¿Es necesario que el lector de tu libro se familiarice previamente con el lenguaje fotográfico o puede ir adquiriéndolo conforme avanza, capítulo a capítulo?
J.A.F.: Es inevitable, si se quiere llegar a un público más amplio o avanzado, utilizar terminología especializada. Sin embargo, las palabras no son tan complejas. Por si alguien piensa que va a ser complicado, el capítulo de la cámara (de los primeros que aparecen) aprovecha para aclarar estas dudas sin dejar de tener un contenido avanzado. No creo que nadie se pierda al leerlo, siempre intento adaptarme a todos los niveles. Los lectores más avanzados realizarán una lectura más rápida por ciertas partes del libro pero también llegarán a zonas que requieren más atención; los lectores más nuevos en la materia, deberán leer con mayor detenimiento cada una de las partes. He intentado que todos saquen partido.
F.R.C.: ¿Cómo fue la redacción y corrección de Sin miedo al retrato? ¿Corregías al mismo tiempo que redactabas o primero escribiste el libro y después lo corregiste? ¿Tuviste ayuda externa para su corrección?
J.A.F.: Tú, como corrector de estilo, sabes que esta parte es totalmente necesaria. No creo que nadie de mi sector se libre de ello. No soy escritor, soy fotógrafo y docente y aunque, desde mi modesta opinión, creo que no escribo mal del todo, en última instancia, todas las editoriales tienen una persona encargada de esta parte.
Mi manera de abordar la escritura es muy protocolaria. Primero hago una estructura de los contenidos de cada uno de los capítulos, es como el índice del libro, pero con un nivel más concreto, casi párrafo a párrafo. Después escribo el capítulo parando en cada sección, releyendo y corrigiendo. Una vez que el capítulo está terminado, Rosa, mi pareja, lee lo que escribo y realiza una segunda corrección. Esta parte es, quizá, la más importante para mí. Ella sabe escribir muy bien y como fotógrafa y docente que es, sabe qué aspectos estructurales pueden estar mal planteados. Después de esto, muchas veces, pedimos la opinión de otra persona (a veces ajena a la fotografía), en ocasiones has sido tú mismo, querido Fran, el que lo has revisado, otras veces ha sido Iñaki Díaz de Etura, un amigo con experiencia en la redacción. Por último, los textos se entregan a la editorial para que realicen una última revisión.